Soy una mujer feliz. Atravesé mil tormentas y muchos años de oscuridad hasta lograrlo. Soy la que, quizás a simple vista, tenía la vida que otros hubieran deseado pero que no lograba sentirse feliz ni satisfecha. Logré salir de esa zona de confort tan poco confortable de la queja y la tristeza y pasé a la acción y a la búsqueda de plenitud. Pude tomar las riendas de mi vida sin importar qué o a quiénes perdiera en el camino. Soy la que odiaba la cocina pero aprendí que no muerde y me acerco con respeto a preparar mis platos sanos tratando de no perder el gps en el rumbo que me tracé hace un año para tener una alimentación sana y mejor calidad de vida. A veces me distraigo un poco pero mi voz interior me trae de vuelta recordándome el esfuerzo que realicé para ser esta nueva Gla de la que me siento orgullosa. Y vuelta a empezar. Una y otra vez, las veces que sean necesarias. Soy esa que ya no permito que el auto boicot me desvíe de mis metas y proyectos, sino que lo transito, lo ub...
En honor a este sitio que me vio nacer como escritora y a quienes compartían conmigo este universo literario en el que nos atrevíamos a compartir nuestro sentir y nuestra creatividad, es que vuelvo con la ilusión de reencontrarlos y contarles una gran noticia. A mis 58 años di a luz a mi primer hijo literario: "Sentir en voz alta". Los dejo con la nota de la editorial que les cuenta de qué va y los invito a seguirme en Instagram como _simplementegla NOTA EDITORIAL Este libro no busca respuestas. Abre puertas. Es un viaje honesto y profundo hacia el interior de una mujer que se animó a mirarse sin filtros. A través de textos cargados de emociones y vivencias personales, Gladys nos invita a acompañarla en su transformación: desde la autoexigencia y el dolor, hasta la aceptación y el amor propio. Cada página es un espejo en el que muchos lectores podrán verse reflejados, y quizás, animarse a iniciar su propio camino de regreso a sí mismos. "Sentir en voz alta" es muc...
Yo no me olvido de quien estuvo cuando ni yo sabía hacia dónde ir… Cuando todo era oscuridad, caos y confusión, y su mano no sólo no me soltó, sino que me dio la fuerza necesaria para no dejarme caer. Esa mirada que fue contención, espejo y abrazo. Esas palabras que me enfrentaron con lo peor de mí para que encontrara el camino hacia mi mejor versión. Tampoco me olvido que soltarme fue su manera de decirme que su paso por mi historia había llegado a su fin. Y que eso, nada tiene que ver con el cariño que nos tenemos. Yo no me olvido… y ya no me resisto. También me enseñó a aceptar. Y en ese aceptar, también estoy aprendiendo a soltar. Duelen las manos al abrirlas para dejar ir lo que no desea quedarse… O tal vez duelan por haber sostenido demasiado, más allá de lo que era sano para mí. Deseo con el alma poder soltar lo que ya decidió irse y así abrazarme a mí misma en cada una de mis versiones, para nunca más aceptar menos de lo que merezco. Búscame en I...
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