sábado, 26 de noviembre de 2016

La distancia no separa a las personas. Los silencios sí....

Aunque eso depende...
Del tipo de silencio...

Están los silencios compartidos, esos que se eligen, cuando los corazones están unidos, cuando los ojos hablan, cuando las manos lo expresan todo...

Están los que nos permiten abrazarnos a nosotros mismos, mirarnos y reencontrarnos con nuestro yo verdadero...

Pero están los otros, esos crueles...
Los que callan las palabras que debieron ser dichas...
Los que ocultan lo que uno no se anima a decir...
Los que deciden un adiós sin explicaciones...
Los que ocultan lo que no nos animamos a enfrentar...
Los que se esconden del dolor que le provocamos al otro...
Los que eligen el camino más fácil y más triste, el de la distancia no merecida...
Los que se convierten en jueces implacables de relaciones hermosas devenidas a la nada misma...
Los que, en definitiva, se niegan a asumir con palabras las consecuencias de las elecciones realizadas.

Hay que ser muy valientes para poner palabras al dolor.

Es más sencillo refugiarse en el más cobarde de los silencios...

Será por eso que amo tanto las palabras...
Porque no me gusta tirar la piedra y esconder la mano.
Porque soy fiel a lo que siento y a quienes quiero...
Porque amo decir "Te quiero", mirando a los ojos, pero también "Adiós", si es la única opción que queda.
Cuando el silencio se instala, me quedo sin remos para sacar a flote cualquier relación. Con un solo remo no se puede....
Y yo...Nunca usaría el silencio como puente de despedida...
Porque los puentes unen y el silencio...el silencio levanta muros...

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