sábado, 1 de agosto de 2015

El difícil oficio de ser padres


Época complicadas si las hay para ser padres de hijos adolescentes...
Siempre la adolescencia fue un camino empinado, imagino que a todos los padres les costó sobrevivir a esa edad de los hijos.
Pero no sé si es porque hoy me toca a mí ser mamá, es que me parece que este tiempo no nos ayuda en nada.
Que difícil es...
La inseguridad de saber que salen de casa y rogar que nada les pase, sin taladrarles los oídos con el celular para constatar a cada segundo que eso es así, obligarnos a creer que nada va a ocurrirles para no invadir en forma permanente su vida y respirar cuando el bendito llamado por teléfono llega sin que lo pidamos...
Los valores que manejan los jóvenes de hoy en día, en que creen que si se ahogan en alcohol son más felices, se divierten más y la vida les sonríe. El riesgo de tomar ese camino puede ser letal, con consecuencias reales. No son fantasmas. No son dueños de sus decisiones, cuando el alcohol es el que manda Desde comas alcohólicos hasta abusos o simples resacas que nublan la mente y el corazón.
O el costo de no elegir ese camino y sentirse diferente, "afuera", no "ser parte" y cómo hacerles sentir que es la mejor decisión que pueden tomar, sin poder ayudarles a vencer esa sensación de soledad y tristeza que los invade.
Que la amistad sea lo más importante, es lo lógico, eso ocurrió en todas las épocas. Y es una bendición si se comparte el camino con esos amigos del alma. Pero cuánto duele tener que apartarse cuando se crece en forma paralela siguiendo valores diferentes.
Que puedan sentir que mamá y papá seremos siempre el mejor refugio, que podemos entenderlos más de lo que creen, que el amor incondicional está en casa, y en ningún lugar más....cuando eso en realidad a esta edad no alcanza, y a veces ni siquiera importa....
Ir dejando la adolescencia con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva para ir adivinando ese nuevo camino de transición al mundo adulto, eligiendo qué camino seguir, el miedo a lo desconocido y el temor a equivocarse...
Verlos tan grandes, tan independientes y que, en un segundo se transformen en esos chiquitos que teníamos a upa y consolábamos por haberse raspado una rodilla, mientras ellos creían que se trataba de un dolor eterno.
¡Cuántos sinsabores querríamos ahorrarles  a nuestros hijos! Y tener la seguridad de que deben afrontarlos, transitarlos y padecerlos solos,  para crecer y madurar. Y eso no podemos hacerlo por ellos.
Nos tenemos que conformar y sentirnos dichosos si nos hacen saber que valoran nuestras opiniones y confían en nosotros, aunque por momentos seamos sus peores enemigos...
Y en medio de sus sensaciones encontradas, las nuestras...que tampoco nacimos sabiendo cómo ser padres. Ojalá tengan la certeza de que hacemos todo nuestro esfuerzo por ser los mejores... O quizás eso sólo pueda mostrárselos el tiempo, cuando ellos también sean padres...

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