¿La gente cambia o de repente aprendemos a conocerla?
Pregunta que siempre me ronda cuando la decepción me derrumba por haber creído y querido a alguien, a quien con el tiempo, finalmente pude conocer de verdad.
Frente a una desilusión reciente, mi hija, una sabia de 18 años, me planteó para qué quiero ese tipo de gente en mi vida...
Y es real, no quiero la gente que me mostraba la cara del afecto, de la amistad, cierta complicidad frente a la vida y desde los hechos desdecía todo lo que había intentado sostener durante años.
No quiero gente que desborda de odio y agresión, que lastima sin piedad a propios y ajenos, que se cree superior a todo el que piensa diferente...
Es verdad, no necesito ese tipo de gente en mi ida, teniendo a tanta otra que me ofrece su mano generosa y me brinda su afecto, con quien puedo disentir sin dejar de querernos, que con hechos me demuestra cuánto me quiere a mí y a mi familia...
¿Por qué luchar entonces contra la evidencia?
Sencillamente porque es demasiado duro aceptar que el corazón se equivocó tanto, creyendo lo que nunca existió en realidad.....
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